martes, 17 de noviembre de 2009

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viernes, 6 de marzo de 2009

Bruja con ruedas

Bruja con Ruedas.
Mitad mujer, mitad máquina

De piel añeja y seca,
Te escondes en otras caras para espantar
Al recorrer la ciudad.

Personaje mitológico de historias
Relatadas por pequeñas bocas
Que mastican pelotas de colores
Mientras las cuentan.

“No debes decir su nombre tres veces
Porque te convertirá en sapo”

“Si la miras a los ojos
Te tragará el alma”

Y es en ese instante cuando te a pareces
Detrás de ellos,
Y ríes cuando gritan y corren a esconderse.

Y luego te pierdes,
Vuelves al hogar para esperar a las
Mismas caras que viste hace unos momentos
Para darles su sopa.

“Abuela, otra vez vimos a la bruja con ruedas”

Piénselo

Disuélvase
en pequeños fragmentos de información sin procesar y desaparezca por el aire.
Piérdase
busque lugares poco apetecibles a la mirada vigilante,
quizá sea la mejor formade no encontrarse con monstruos con las tripas al aire
deseosos de estrangularlo con ellas,
y después usar su piel como papel higiénico.

Aviso Religioso

Me como su miedo a la muerte,
A cambio de escupir falsa esperanza
En su rostro.

Lejos

Que ganas de hacer crecer tanto mis uñas como para alcanzarte en estos momentos

Fragmentos de la vega

La señora Vicky siempre toca temas interesantes en sus conversaciones, evoca viejos tiempos y da una breve opinión sobre lo venidero, persistentemente nos recuerda lo cagados que estamos.
“Despierta hombre, que hay que hacer la revolución”, me pareció escuchar de paso en algún pasillo de la vega chica, en alguna cocinería disímil, apunté tal fragmento en una boleta y me lo guardé en el bolsillo de perro. Doblo por una esquina incierta luego de haberme trompeado con un viejo chorizo.
Un perro moribundo, perdón quise decir oriundo de la vega, duerme entre ocho vagabundos que alaban a dios adhiriéndose a los cantos y a las enardecidas plegarias y predicas de los canutos que se instalan en las escaleras de la entrada a la vega por Antonia López de Bello con Salas ciertas tardes de olvidados inviernos.
Luego machetean algunas moneditas a los transeúntes cerca de las bodegas, en avenida La Paz y van por unas cañitas de gamba y media en alguna tasca perdida en el tiempo, se tragan sus palabras solubles junto al vino bigotiao.
“Después de dios está la vega” me decía la señora Juanita mientras fumábamos unos cigarrillos durante la sobremesa, me gustaba que esta se alargara, conversábamos largo rato antes de volver al trabajo, antes de volver a esta rabalera rutina.
“La chicharra muere cantando”, fue lo último que le escuché decir, antes de cerrar la puerta y partir con una bandeja a Independencia.

I

Fuimos aquella tarde el Lucho Guayo, el Cuero viejo, la Wendy Lee y yo al bar de don Alfonso, muy conocido en el barrio, a compartir nuestros tan habitualísimos traguitos de algún viernes por la tarde.
El lucho después de algunos pencacitos se dirigió al baño y recién entonces ascurrí que el Cuero tenia una expresión de taciturnidad en su rostro.
-¿Que pasa cuerito?- le pregunté.
-Mi hijo, hueón, está cada vez mas loco.-
-Qué le paso
-A él nada – continuó- pero son sus cuentos. A veces hasta me asusta este pendejo y le creo.
-¡Don Alfonso, dos más!- interrumpió la Wendy - a ver cuerito, cuente su drama.
-El Ernestito jura que creó vida- contestó- el otro día se fue a meter al basural y llegó con una bolsa llena de cachivaches, frascos, y no se qué otra huevá mas. Bueno, él dice que jugando a la comidita con la hija de la vieja Mónica, la panchita, echaron todo el contenido de los frascos en un tarro, de esos que tengo en el patio, y le agregaron todo lo que encontraron, buscaron entre los cachureos que tengo, y encontraron aceite pa autos, detergente, cloro, parafa, y vaciaron casi entero un bidón de bencina que tenía guardao, pa cuando arregle la citrola.
-Puta, si son cabros chicos- le dije- tení que dejarlos que descubran po hueón.
No pareció escucharme, tomó un sorbo de pipeño y continuó:
-Dejo todo ahí mezclado como una semana, y ayer llegó pálido el hueón. Me dijo: “papa, creé a un monstruo” y yo ni lo pesqué “cosas de pendejos” pensé, al ratito me contó que había dado vuelta el tarro y de ahí salió una masa amorfa, así como un feto hecho de pura mugre, yo le dije que no se asustara, que la mezcla había estado una semana ahí, era obvio que la mezcla se iba a secar y se formaría alguna masa, o qué se yo, y el Ernestito va y me dice “es que recién lo fui a ver y ya no está”, entonces salí al patio y en realidad, había una posa negra nomás po.
-Se debió haber disuelto.- Dijo la Wendy.
-Lo mismo pensé, pero había un caminito, como los que dejan los caracoles, que iba derechito al basural.
-Chuuuu
-Ahora le tengo prohibido al Ernestito irse a meter p’allá
-No podí ser tan paco po hueón - le dijo el lucho que venía recién llegando del baño-, a los cabros chicos les gusta siempre andar jugando, hay que dejarlos nomás po.
La Wendy dio una carcajada:
- Te perdiste la mansa historia po luchito.
El cuero se puso de pié.
-¿Pa onde vai?- le pregunto el lucho guayo.
-Pal basural.
Se despidió de don Alfonso, y salio rápidamente del bar.

II

Dicen que la otra noche llegó medio curao este viejo diablo.
-¿Aonde andáai metio?- Le regañaba su esposa
-Onde don Alfonso.
-No seai mentiroso, yo te fui a buscarte pallá, y no tabai ná, ¿de onde vení?
-Del basural
-¿Y qué andabai haciendo allá vo?
-Pero no se me ponga asi po mijita, si no andaa en ná malo
- Hacen dias que te desaparecí en la noche, anda que yo sepa que andai de lacho con la Martina
-¿Y quién es esa?
-Esa vecina nueva que llegó, la de la vuelta, dicen que es maraca, todos los viejos califas andan de lachos.
-Yo no me junto con esos viejos, son puros giles.
-¿Qué traí en esa bolsa?
-Nada, está vacía.
Cada noche el Cuero viejo se levantaba, casi como sonámbulo para encaminarse al basural, su mujer ya estaba media cachua, no se explicaba el motivo de la nocturna ausencia de su marido.
Llegó a su casa de madrugada, una de tantas madrugadas, su mujer dormía, se sacó sus zapatos de gamuza y entró en la pieza de Ernestito, lo despertó suavemente.
-Ernestito, despierta…, Ernestito.-Lo movía suavemente.
-Que pasa papá – dijo el niño sobandose los ojos.
- Encontré a tu monstruito.

CATACLISMO

Los ojos de los muros se quebraron en mil pedazos, una de miles astillas se enfiló en mi memoria, el suelo comenzó a temblar, la lluvia bañaba maliciosamente la calle, esta se reía a carcajadas, abría su boca y dejaba entrever sus dientes pavimentados. Dos ojos lánguidos se reconocían entre el humo, se hacían guiños, se saludaban. Los hombres de barro enterraban escombros para relegar recuerdos, los ponían bajo tierra para recomenzar, entre esfuerzo y lluvia se disolvían y volvían a regenerarse. Un perro aullaba a lo lejos, mas no de tristeza, festejaba, como todos y todas, la caída de los gigantes de concreto una noche iluminada por relámpagos ardientes.
Al amanecer la gente salió a las calles, algunos seres volátiles cantaron, otros contemplaban silenciosos tal grandioso espectáculo, algunos perros corrían de un lado a otro, los árboles adulaban al sol que se asomaba por entre los escombros.
La gente aplaudió enarbolada la caída de cada uno de los rascacielos.

Sorpresas del viento

Una luz de pronto lo iluminó todo,
Minutos antes el viento se incorporó por mi ventana arrastrando consigo los agudos gritos de una niña pequeña que parecía llamar a alguien.
El reloj continuaba con su tan habitualmente constante tic tac tic tac
De pronto se detuvo,
Una luz de pronto lo iluminó todo y al apagarse tal destello el aire hedía un leve olor a quemado
Escuché de pronto unos bestiales alaridos, el viento te trae sorpresas
Supuse que vendrían de la niña, que había mutado,
Entonces vino un zumbido aterrador,
Seguido por el tan retumbante sonido del motor de un helicóptero,
Un escalofrío recorrió mi cuerpo,
Entonces comenzaron los bombardeos.

martes, 17 de febrero de 2009

Naldito

Naldo recordó la noche de su coronación, la noche en que lo hicieron rey, y pasó a llamarse Rey Naldo.
Viéndose reflejado en un espejo roto, se preguntó: “si la vida no tiene sentido, rey Naldito, ¿entonces qué lo tiene?, ¿será la lucha, el lucho, el luche, el luchín, el Lucas, las lucas, el Luco, el cuco, el coco, el culo, el loco, el ludo, los ludópatas, el ludo, el mudo, el nudo, el nido, el mundo, el niño, la niña, la mina, la Nina, las minas, los minos, los mimos, la niña, la pinta y la conchesumadre, la pinta, la pintá, la pitiá, la panti, la party, la patty, la pata, el pato, el patio, la ana, el ano, los años, las mañas, las mamas, las mañanas, la mansa ana, las manzanas, la ana, el ano, el pato, el poto, los poros, la moto, el auto, la micro, el nico, el pico, la pica, el nicho, el moco, el loco, el ludo, el mudo, el sordo, el ciego, el cercenado, el desasosiego, el miedo, el nudo, el nido, el mundo?. Este mundo que nunca será rey, jamás pasará a llamarse rey mundo.
Su majestad Naldito dormía, mientras del otro lado del mundo el gringo Ed, quiso conquistar el mundo y pasar a llamarse Ed Mundo, ¡Sepa Moya si logró su ad o no!
La noche en que el rey Naldo, rey Naldito, rey maldito, fue coronado y se convirtió en rey, una luciérnaga era devorada por una hormiga ciega, que jamás pudo maravillarse con la incandescencia de su abundante cena. ¿Habría sido todo distinto si dicha hormiga hubiese sido vidente?
El rey Naldito, un año antes de convertirse en rey se sacó los bototos y entregó sus votos. Al año siguiente votó en vano, votó por votar, votó por botar botones, presionando un botón. ¿Paradoja?, el miedo lo despoja cuando arruga sus hojas, cierra sus ojos y duerme por horas.
Ciertas personas miran con envidia al maldito rey Naldito, quieren quitarle la vida porque una bella dama lo convirtió en rey por una noche, quieren comérselo vivo, sin ver su luz, “no tení ni un brillo”, le dicen. Quieren cocerle la boca, quieren abotonarle la voz.
Rey Naldo quedó mudo, por una musa inmunda que se hizo la sorda, pero no la muda, tirado en algún rinconcito del rey mundo.
Ed sigue soñando con su ad, sigue soñando con ser mundo.

lunes, 19 de enero de 2009

Estado Merenjifo

martes, 6 de enero de 2009

A Priscila y a Pili


“Amaranta seria su nombre.
¡Le enseñaría tantas cosas!
Le hablaría de tantos “mudos”
Repartidos por este mundo

que gira animado por los mas diversos ritmos.
No habría puntos regañables,
Solo sonrisas, latidos, y respiraciones cómplices.”
Pienso, mientras ahogo mis penas en café
Y te siento tan lejos ahora, como aquella lluvia,
En plena noche de verano.
Tomo un último sorbo.
“Sí, Amaranta será su nombre”