viernes, 6 de marzo de 2009

I

Fuimos aquella tarde el Lucho Guayo, el Cuero viejo, la Wendy Lee y yo al bar de don Alfonso, muy conocido en el barrio, a compartir nuestros tan habitualísimos traguitos de algún viernes por la tarde.
El lucho después de algunos pencacitos se dirigió al baño y recién entonces ascurrí que el Cuero tenia una expresión de taciturnidad en su rostro.
-¿Que pasa cuerito?- le pregunté.
-Mi hijo, hueón, está cada vez mas loco.-
-Qué le paso
-A él nada – continuó- pero son sus cuentos. A veces hasta me asusta este pendejo y le creo.
-¡Don Alfonso, dos más!- interrumpió la Wendy - a ver cuerito, cuente su drama.
-El Ernestito jura que creó vida- contestó- el otro día se fue a meter al basural y llegó con una bolsa llena de cachivaches, frascos, y no se qué otra huevá mas. Bueno, él dice que jugando a la comidita con la hija de la vieja Mónica, la panchita, echaron todo el contenido de los frascos en un tarro, de esos que tengo en el patio, y le agregaron todo lo que encontraron, buscaron entre los cachureos que tengo, y encontraron aceite pa autos, detergente, cloro, parafa, y vaciaron casi entero un bidón de bencina que tenía guardao, pa cuando arregle la citrola.
-Puta, si son cabros chicos- le dije- tení que dejarlos que descubran po hueón.
No pareció escucharme, tomó un sorbo de pipeño y continuó:
-Dejo todo ahí mezclado como una semana, y ayer llegó pálido el hueón. Me dijo: “papa, creé a un monstruo” y yo ni lo pesqué “cosas de pendejos” pensé, al ratito me contó que había dado vuelta el tarro y de ahí salió una masa amorfa, así como un feto hecho de pura mugre, yo le dije que no se asustara, que la mezcla había estado una semana ahí, era obvio que la mezcla se iba a secar y se formaría alguna masa, o qué se yo, y el Ernestito va y me dice “es que recién lo fui a ver y ya no está”, entonces salí al patio y en realidad, había una posa negra nomás po.
-Se debió haber disuelto.- Dijo la Wendy.
-Lo mismo pensé, pero había un caminito, como los que dejan los caracoles, que iba derechito al basural.
-Chuuuu
-Ahora le tengo prohibido al Ernestito irse a meter p’allá
-No podí ser tan paco po hueón - le dijo el lucho que venía recién llegando del baño-, a los cabros chicos les gusta siempre andar jugando, hay que dejarlos nomás po.
La Wendy dio una carcajada:
- Te perdiste la mansa historia po luchito.
El cuero se puso de pié.
-¿Pa onde vai?- le pregunto el lucho guayo.
-Pal basural.
Se despidió de don Alfonso, y salio rápidamente del bar.

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