viernes, 6 de marzo de 2009

Fragmentos de la vega

La señora Vicky siempre toca temas interesantes en sus conversaciones, evoca viejos tiempos y da una breve opinión sobre lo venidero, persistentemente nos recuerda lo cagados que estamos.
“Despierta hombre, que hay que hacer la revolución”, me pareció escuchar de paso en algún pasillo de la vega chica, en alguna cocinería disímil, apunté tal fragmento en una boleta y me lo guardé en el bolsillo de perro. Doblo por una esquina incierta luego de haberme trompeado con un viejo chorizo.
Un perro moribundo, perdón quise decir oriundo de la vega, duerme entre ocho vagabundos que alaban a dios adhiriéndose a los cantos y a las enardecidas plegarias y predicas de los canutos que se instalan en las escaleras de la entrada a la vega por Antonia López de Bello con Salas ciertas tardes de olvidados inviernos.
Luego machetean algunas moneditas a los transeúntes cerca de las bodegas, en avenida La Paz y van por unas cañitas de gamba y media en alguna tasca perdida en el tiempo, se tragan sus palabras solubles junto al vino bigotiao.
“Después de dios está la vega” me decía la señora Juanita mientras fumábamos unos cigarrillos durante la sobremesa, me gustaba que esta se alargara, conversábamos largo rato antes de volver al trabajo, antes de volver a esta rabalera rutina.
“La chicharra muere cantando”, fue lo último que le escuché decir, antes de cerrar la puerta y partir con una bandeja a Independencia.

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